Relatos Femdom-Diosas Femdom 1

Carl despertó de nuevo. Ahora se hallaba en un lujoso salón, de paredes de granito negro, con altas ventanas por donde se veían filas de montañas cubiertas de nieve, el piso era de mármol negro, el hombre estaba en el centro de la habitación, acostado, dentro de un pentagrama dibujado en el piso con líneas hechas de láminas de plata. Contra la pared, contraria al portón de entrada, se alzaba una enorme chimenea, labrada en piedra, en forma de dragón, sobre la chimenea se alzaba una escalera de piedra negra que conducía a un piso superior.
En los vanos entre ventanas se hallaban contra la pared anaqueles llenos de libros.
Lilith estaba recostada en un sofá de cuero negro, junto a la chimenea, leyendo un grueso tomo de tapas negras. Vestía un batín de algodón blanco. Estaba descalza, mostrando sus hermosos pies sonrosados. Sobre el piso de granito, junto al sofá, se hallaban unas mullidas pantuflas rosadas. Una suave música de violines sonaba en un equipo de sonido disimulado. La habitación poseía un estilo antiguo, gótico, resaltaba el hecho que todo en ella fuera color negro, cortinas, madera de muebles, hasta las rosas y el jarrón de porcelana donde estas se hallaban.
El hombre se revisó, en las muñecas y tobillos le habían colocado gruesos grilletes de acero, los cuales contaban con anillas de metal, las manos las tenía sujetas tras la espalda por una cadena conectada a las anillas de los grilletes de las muñecas. Al cuello llevaba un grueso collar de acero con una cadena de pesados eslabones conectada al frente, terminada en un asidero de cuero.
Lilith levantó su vista del libro que leían y le clavo la mirada de sus hermosos ojos verde esmeralda.
El hombre se puso de rodillas, de inmediato sufrió una dura y enorme erección al contemplar a su hermosa Diosa adolescente.
-¡Qué bueno que estés de vuelta, gusano! -Comentó la joven.- Apuesto que este es tu fantasía hecha realidad ¿No?
El hombre sacudió su cabeza. No podía ponerse de pie, le habían colocado un anillo de acero alrededor de la base de los testículos, estrangulando el escroto, el anillo poseía una cadena corta, su otro extremo se hallaba fijado a una anilla de acero empotrada al piso, justo en el centro del pentagrama. 
-¡Pues ni creas que va a ser tan fácil! Te lo voy a explicar, primero discutí la idea con las otras chicas, somos cinco en total, y ellas decidieron que te probarían una por una, si sobrevivías las pruebas te podrías quedar acá en el castillo como nuestro esclavo.
La pelirroja revisó su móvil.
-Llamaré a la primera de las chicas.
A los pocos segundos bajó las escaleras una alta Diosa rubia, joven adolescente, bellísima, su cuerpo era atractivo y atlético, poseía unos ojos color celeste aguamarina hechizantes, el largo cabello dorado y lacio lo llevaba recogido en una cola alta. Vestía una blusa blanca de tirantes, que delineaba sus sensuales pechos, y unos pantaloncillos muy cortos, de mezclilla color blancos, mostraba mucha piel, haciendo gala de su bronceado perfecto que le confería un precioso tono canela. Calzaba zapatillas blancas deportivas, sin calcetas. Sus manos iban enfundadas en guantes blancos del tipo empleado en las artes marciales mixtas, los cuales daban libertad a cada dedo, pero acolchaban el puño.
-Te presentó a Athena Fox. -Dijo Lilith.
La fenomenal rubia entró con paso decidido, su perfume tenía un aroma a pino silvestre.
-¡Así que este es el imbécil que quiere ser tu esclavo! -Exclamó la rubia, cogió la asidera de cuero y tiró de la cadena conectada al collar del hombre. El sujeto irguió su espalda y estiró el cuello todo lo que pudo. La cadena unida a la anilla de los testículos quedo en tensión. Athena plantó un pie contra la cadena, tirando de los testículos hacia abajo, sacando gemidos de dolor al prisionero, mientras tiraba de la cadena del cuello con la mano izquierda, empuñó su derecha y descargó un formidable puñetazo, dando de lleno al rostro indefenso del hombre. De esta forma le descargó varios puñetazos al rostro.
-¿No se supone que no debes empezar por la cabeza? -Preguntó Lilith, asomando su vista por sobre el libro que estaba leyendo, recostada, preciosa, como una Diosa sobre el sofá.
-¡No quiero que tenga ningún arrepentimiento! -Contestó Athena, al tiempo que le conectaba varios puñetazos más. Además, lo está disfrutando ¿Verdad, cerdo?
A pesar de los golpes, el hombre aún conservaba una erección total.
Cogió la asidera de la cadena con ambas manos.
¡Ahora baja el gancho! -Ordenó a Lilith.
La pelirroja cogió su móvil y deslizó su dedo por la pantalla, al momento se accionó un mecanismo, un motor eléctrico desenrolló una cadena del techo, la cual descendió justo en el centro del pentagrama, la cadena tenía un gancho en la punta, como para izar objetos. Athena ensartó la asidera de cuero al gancho. Lilith accionó de nuevo el mecanismo, esta vez el motor en reversa comenzó a arrollar la cadena, tirando al hombre del cuello, elevándolo, aumentando la tensión en la cadena de los testículos empotrada al piso, el desgraciado gemía de dolor, sus rodillas apenas tocaban el piso de pulido mármol negro.
-¡Creo que es suficiente tensión! -Exclamó Lilith, no deseó cortarte las bolas, al menos no aún.
Athena flexionó su cuello moviendo la cabeza de lado a lado, estiró sus brazos y apretó los puños, se puso en guardia y comenzó a lanzar patadas laterales contra el cuerpo del hombre, como si el tipo fuera un saco de boxeo humano. Le pateó con fuerza, haciéndole sonar las costillas, dándole poderosas patadas con el empeine del pie, en los pectorales y abdomen le dio duro encajándole los talones, con patadas de arriba abajo, la Diosa rubia era toda una experta en artes marciales.
Athena detuvo las patadas y comenzó a dar de puñetazos al abdomen del hombre, le encajó duros jabs al plexo solar y poderosos ganchos al hígado. Luego se enfocó en el hombre en el rostro. Le molió a golpes, continuó y continuó golpeando.
-¿Te estas divirtiendo? ¿Esto te excita? -Gritaba Athena implacable, mientras el rostro del hombre se cubría de sangre.
Cuando la bella joven hubo terminado el desgraciado colgaba como un muñeco de trapo, respirando con dificultad.
Athena se dirigió al sofá donde se hallaba la pelirroja.
-¡Me encantaría tomar un baño de agua caliente en la tina! -Dijo la rubia de buen humor, había gotas se sangre salpicada en su rostro, su blusa se había manchado también.- ¿Me acompañas? ¡El ejercicio me ha dejado excitada!
Lilith cerró el libro, calzó sus pies con las pantuflas rosadas. Se puso en pie, las chicas riendo se abrazaron, Athena era más alta, se inclinó para besar a la pelirroja en los labios, fue un beso profundo y apasionado. Cogidas de la mano salieron del salón.
Las chicas dejaron al hombre, ahí, colgando junto a la chimenea, durante el resto de la noche. Respiraba con dificultad, Athena le había roto la nariz y le había quebrado varias costillas.




 
 

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